El difícil arte del emprendimiento

por ETCO

Autor: Cristiano Romero

Fuente: Valor Econômico, 10/10/2007

Parece mentira, pero Brasil es conocido en el exterior como un país emprendedor. La última encuesta del “Global Entrepreneurship Monitor” ubicó a la economía brasileña en el décimo lugar, en una lista de 10 naciones, en el ítem Tasa de Actividad Emprendedora Total. Como el entorno empresarial aquí es hostil, gracias al exceso de burocracia y los costes para iniciar una empresa, es una maravilla que alguien supere los obstáculos y esté dispuesto a invertir. Por no hablar de la arraigada cultura nacional de repulsión al lucro, sentimiento que, en el Estado, se traduce en la imposición de barreras al emprendimiento privado.

El informe “Doing Business”, elaborado por el Banco Mundial (Bird) a solicitud del Ministerio de Finanzas, confirmó sospechas de larga data. En una lista de 155 países, Brasil aparece como uno de los más complicados para hacer negocios: puesto 119, por delante, en América Latina, solo de Venezuela y Haití. En comparación con sus principales competidores en el mercado internacional, pierde ante casi todos: Sudáfrica (puesto 29), México (73º), Rusia (79º) e India (116º).

En la encuesta de Bird, Brasil estuvo representado por el Estado de São Paulo, el más rico y, por tanto, el más emprendedor. Curiosamente, al momento de la publicación del informe (2006), São Paulo también fue el que impuso el tiempo promedio más largo para la apertura de un proyecto en el país: 152 días.

Bajo el mando de Joaquim Levy, el Departamento de Finanzas del Estado de Río de Janeiro decidió investigar el problema para averiguar qué se puede hacer para mejorar el entorno empresarial. Río, que ha experimentado un proceso de agotamiento económico desde la década de 80, es el segundo estado más rico del país. Allí también impera la burocracia, aunque el gobierno de Sérgio Cabral ya ha comenzado a actuar para mejorar la vida de los empresarios.

En un trabajo firmado por tres técnicos de la Secretaría de Estudios Económicos de la Secretaría de Hacienda - João Pedro Azevedo, Letícia Guilhon y Rafael Rosa -, el gobierno de Río de Janeiro analizó el tiempo que tardaron en iniciar 35.829 empresas, abiertas entre enero de 2005 y julio de 2007 trabajar. Los hallazgos son reveladores. Con pequeñas variaciones para otros estados, las cifras muestran que la cultura imperante en el país es poco o nada amigable para los interesados ​​en invertir su capital en la generación de empleo, ingresos y ganancias.

Los estudios muestran que, en promedio, esas empresas de Río tardaron 161 días (más de cinco meses) en completar la apertura de sus negocios en el período analizado. Como existe una gran dispersión, con la existencia de casos excepcionales que distorsionan el resultado general, los técnicos decidieron considerar la mediana. Con eso, concluyeron que la mitad de las empresas lograron abrir sus puertas en hasta 88 días. No es posible suponer que incluso este período sea razonable.

Rio reduce el tiempo de apertura de empresas


En Australia, según “Doing Business”, se necesitan dos días para iniciar una empresa. En Estados Unidos, solo cinco. Los chilenos tardan 27 días en montar una empresa, mientras que los argentinos tardan 32 días. En Sudáfrica, el tiempo medio empleado es de 38 días, mientras que en China, una economía fuertemente marcada por el intervencionismo estatal y la burocracia, es de 48 días. Incluso en Portugal, donde se dice que Brasil heredó su maldita vocación de notario, se necesita menos tiempo para iniciar una empresa: 54 días.

En Río, el calvario al que se someten los nuevos emprendedores es más o menos el siguiente: primero, el emprendedor debe acudir a la alcaldía para hacer una consulta previa del lugar y, así, tratar de obtener la licencia comercial. Corresponde al ayuntamiento decir si la actividad elegida es compatible con la ley de ordenamiento territorial de la ciudad. Luego, el empresario debe acudir al Registro Mercantil, responsable de otorgar el Nire (Número de Identificación y Registro de Empresa). Una vez obtenido el Nire, el siguiente paso es solicitar el registro en el CNPJ (Consejo Nacional de Entidades Jurídicas), emitido por el Servicio de Impuestos Federales.

Hecho esto, el futuro emprendedor necesita inscribir su firma en el Registro General de Contribuyentes del Departamento de Hacienda, lo que requiere la presentación de ocho documentos, incluido el certificado de deuda negativo emitido por la misma secretaria. Son necesarias otras licencias, como la licencia de licencia del Departamento de Bomberos y la licencia y funcionamiento del ayuntamiento. Por lo general, los organismos donde el empresario obtiene estos documentos se encuentran ubicados en diferentes ubicaciones. Dependiendo de la actividad económica elegida, también se requieren licencias de los departamentos de salud, medio ambiente, salud y otros.

Luego de esta etapa, el empresario deberá regresar al Departamento de Finanzas para solicitar la Autorización para la Impresión de Documentos Tributarios, que permitirá la emisión de factura. El martirio aún no ha terminado. El futuro emprendedor debe registrarse en el INSS y el Sindicato de Empleadores para la categoría de su negocio, sin olvidar pagar la anacrónica cotización sindical.

Al analizar cada etapa de este via-crucis, los técnicos encontraron que el tiempo de permanencia en la Junta de Comercio y en el Departamento de Hacienda representa menos del 20% del total. En la etapa clasificada como “contribuyente” (entre la fecha de aprobación de Nire y la fecha de transmisión de la solicitud de registro estatal), se gasta el 35% del tiempo. En la etapa de “municipio y contribuyente”, es decir, entre el registro estatal y el primer pago del ICMS-30 días, se consume la mayor porción de tiempo (45%).

Parte del problema identificado, en agosto la Secretaría de Finanzas cerró una alianza con el Registro Mercantil, sincronizando sus registros, facilitando el acceso del Registro a la base de datos de Finanzas y reduciendo la cantidad de documentos requeridos a los empresarios. El resultado fue inmediato: el tiempo dedicado a crear una empresa se redujo en 37 días. Los cambios adicionales ahora dependen de las decisiones del ayuntamiento.

La experiencia, aunque simple frente al cipoal que es abrir una empresa en Brasil, ha demostrado que reducir la burocracia y mejorar el entorno empresarial es posible. Sólo quiero.

Cristiano Romero es un reportero especial y escribe los miércoles.

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