Año Nuevo y la estafa recurrente del presupuesto
Autor: Everardo Maciel.
Fuente: Gazeta Mercantil, 08/01/2009
8 de enero de 2009 - En el contexto de un escenario internacional agitado, con énfasis en la sangrienta guerra en la Franja de Gaza y las incertidumbres sobre el desenvolvimiento de la crisis financiera internacional, en este Pindorama retomaremos viejas discusiones sobre viejos problemas.
Una vez más se proclamará la urgente necesidad de una reforma tributaria, aunque la gran mayoría de quienes defienden esta bandera no tienen ni idea de en qué se convertirá. La principal motivación de esta campaña es reducir la carga fiscal. Se ha instituido un pintoresco “impostómetro”, que tiene como objetivo medir diariamente cuánto impuesto ya se ha pagado en el año, como si se tratara de una bomba de gasolina. Sin embargo, no existe ninguna iniciativa para frenar el gasto público corriente, que es la verdadera causa de la expansión de la carga tributaria.
Los presupuestos federales, estatales y municipales fueron aprobados a fin de año. Con la excepción de aquellos directamente interesados en aumentar el gasto (parlamentarios, contratistas, funcionarios, etc.), nadie estaba al tanto del asunto. A partir de entonces, comienza el engaño recurrente del presupuesto: restricciones de recursos, la publicación de enmiendas parlamentarias como una forma espuria de obtener apoyo político, la corrupción al aire libre debido a la sobrevaloración de las obras y la cobertura de nuevos gastos al aumentar la carga fiscal.
A corto plazo, soy completamente escéptico sobre la posibilidad de cambios fiscales, cubriendo el tamaño de la carga tributaria y la reestructuración del gasto público y el proceso presupuestario. Por lo que podemos ver, en estos días, la única reforma que prosperará será la reforma de ortografía tonta y costosa.
Si prosperaba el Proyecto Mabel de reforma tributaria, una versión degradada del proyecto original suficientemente malo del Ejecutivo, quienes apostaran por reducir la carga tributaria se llevarían una gran sorpresa. Sucedería lo contrario, ya que los impuestos tendrían que aumentar para compensar las transferencias federales planificadas a estados y municipios, como el “intercambio ICMS”, destinado a cubrir las pérdidas estatales inevitables derivadas de la implementación del mítico principio del destino y el fondo de desarrollo. regional, concebida como una forma de “contrarrestar” la supuesta pérdida de poder de los estados para practicar ilegalmente la guerra fiscal. Afortunadamente, parece que las posibilidades de aprobación de esta pantomima fiscal son remotas.
Continuaremos deplorando nuestras desigualdades de ingresos personales y regionales y cultivaremos la ilusión de que estos problemas se resuelven a través de programas de asistencia de todo tipo, como Bolsa Família.
Nadie puede dejar de reconocer la importancia de estos programas en condiciones de extrema pobreza. El reconocimiento, sin embargo, no prescinde de la obligación de investigar y tratar de eliminar las causas de la pobreza, en lugar de perpetuar el bienestar, a pesar de sus notables “virtudes” electorales.
¿No se percibe que la imposibilidad fáctica de observar las normas laborales actuales por parte de las microempresas es la razón principal para mantener al 60% de la fuerza laboral brasileña en la informalidad, como señala el profesor José Pastore? ¿No sería el caso establecer mano de obra Simples, con reglas específicas para microempresas?
¿No deberíamos pensar en una “salida” para los beneficiarios de Bolsa Família? El senador Álvaro Dias, a finales de año, presentó un proyecto de ley que permite a las empresas que contraten beneficiarios de ese programa deducir del aporte a la seguridad social el monto correspondiente a la beca pagada. El costo del impuesto es obviamente nulo, pero representa una enorme promoción social para el ciudadano, pues se rescata su condición de asistido para otorgarle la de trabajador incluido en el mercado laboral formal.
Espero que en el transcurso del año seamos guiados por el sentido común para enfrentar la crisis económica, dejando de lado los arrebatos voluntarios o las tácticas suicidas. No es prudente subestimar problemas reales o imaginar que la crisis se aborda expandiendo el gasto gubernamental actual. Es ingenuo poner mucha esperanza en la administración de Obama, ya que su atención debe centrarse en resolver los problemas internos de los Estados Unidos, sin aliento para ocuparse de los problemas de otros países.
La reducción del gasto corriente, el mantenimiento de las inversiones públicas, la adopción de medidas compensatorias para una posible pérdida de recaudación de impuestos, la relajación de las normas laborales y la reducción parsimoniosa de las tasas de interés, en mi opinión, deberían ser parte de una receta básica contra la crisis. Sin embargo, lo más probable es que sigamos la ruta de las improvisaciones y posponiendo soluciones.
kicker: De las reformas, la única que prosperará es la costosa reforma ortográfica.
(Gazeta Mercantil / Caderno A - Pág. 3) EVERARDO MACIEL * - Asesor fiscal y exsecretario de Hacienda. Próximo artículo del autor el 29 de enero)