Batallas por la simplificación de impuestos.

por ETCO

Autor: Everardo Maciel.

Fuente: Jornal do Brasil, 02/02/2009

Los sistemas tributarios modernos han evolucionado para adaptarse a las nuevas circunstancias dictadas por la complejidad de las relaciones económicas, debido principalmente a la globalización y la sofisticación de los negocios financieros. No pocas veces, también se vieron afectados por el uso intensivo de favores fiscales. De todo esto, los sistemas tributarios se han vuelto cada vez más complejos.

Como consecuencia, se incrementaron las posibilidades de evasión fiscal y planificación fiscal abusiva, y se incrementó el costo de cumplir con las obligaciones tributarias (costos de cumplimiento). En muchos foros ya se ha planteado la posibilidad de extinción del IRPJ, debido a la incapacidad efectiva para afrontar cuestiones como precios de transferencia, elusión fiscal, fusiones, fusiones y escisiones, etc. En los Estados Unidos, los costos de cumplimiento ya representan casi el 15% del valor de las obligaciones tributarias. En casi todos los países desarrollados se han incorporado normas generales contra los impuestos al derecho positivo.

En contraposición a esta tendencia, se forjó una reacción al “caos fiscal”, como apunta Klaus Tipke (Moral fiscal del Estado y del contribuyente), al exigir, en muchos países, la adopción de normas simplificadoras. En Brasil, esta reacción se expresó a veces mediante la defensa del impuesto único. En Europa del Este, el impuesto sobre la renta ha pasado a ignorar rangos, deducciones, rebajas y progresividad, con la institución del llamado impuesto único. Sin emitir un juicio sobre las soluciones adoptadas, existe mucha evidencia sobre la demanda de simplificación.

Richard Musgrave, el principal teórico de las finanzas públicas modernas, fallecido hace dos años, ya proclamó, en una correspondencia fechada en 2004, publicada en la primera edición (abril de 2008) de la Revista de Finanças Públicas e Fiscal Direito, la imperiosa necesidad de simplificar legislación teratológica del impuesto sobre la renta estadounidense.

El principio de practicidad que encarna los propósitos de la simplificación es hoy de igual importancia que los principios clásicos de capacidad contributiva y neutralidad. Una buena política fiscal puede equilibrar estos tres principios de forma equilibrada.

En Brasil, los mayores logros de la ola simplificadora fueron: la eliminación de la corrección monetaria de los balances que hizo ininteligible la legislación del IRPJ para las autoridades tributarias, contribuyentes y especialistas, por ser un notable instrumento de concentración de la renta empresarial; la implementación y extensión del régimen de presunción de lucro, que llevó a la formalidad a los prestadores de servicios que frecuentemente promovían el deplorable espectáculo “con o sin factura”; y la institución de Simples, que benefició a pequeñas y microempresas con un régimen fiscalmente favorecido y tan simple como su nombre indica.

La batalla por la simplificación fiscal en Brasil ha sufrido, en los últimos años, algunos reveses. Simples Nacional tenía como objetivo reunir las normas federales, estatales y municipales sobre el tratamiento fiscal de las pequeñas y microempresas: desafortunadamente, lo simple se volvió tremendamente complicado, elevando los costos contables de las empresas en más del 50%. El PIS / Cofins, antes de ser fácilmente comprensible, a pesar del efecto acumulativo, se convirtió en un mosaico que ni siquiera las autoridades fiscales pueden comprender. La tributación de las bebidas, dentro del alcance de PIS / Cofins e IPI, que resultó de la simple aplicación de una tarifa ad rem, quedó sujeta a una miríada de tarifas que harán felices a los evasores de impuestos y darán lugar a disputas legales largas y prolongadas. El IRPF acogió con beneplácito los tipos intermedios cuyos beneficios no serán percibidos por los contribuyentes, además de volverse más complejos y moverse en sentido contrario a lo que se ha hecho en el resto del mundo, en un flagrante ejercicio de demagogia fiscal.

No se alega que la propuesta de reforma tributaria, que está siendo examinada en la Cámara de Diputados, cuando se pretende fusionar PIS con Cofins e incorporar la CSLL al IRPJ, pueda verse como una forma de simplificación tributaria. Como son prácticamente iguales, la fusión e incorporación propuestas son simplemente una tontería. Es simplista y no simplifica. Tampoco es razonable suponer que una legislación ICMS que será aprobada por Confaz signifique una simplificación. Si la propuesta tuviera éxito, sería un monstruo acoger todas las idiosincrasias de las diferentes tribus del ICMS, ciertamente mucho más complejas que la legislación actual.

Una simplificación real implicaría el establecimiento de un IVA nacional, con legislación federal, supervisión estatal y recaudación automáticamente compartidas entre la Unión, los estados y los municipios. Esta es una batalla cuesta arriba que exige un clima político excepcional y condiciones económicas no demasiado adversas. Por ahora, ¿por qué no promover la simplificación de temas concretos, pero no menos relevantes?

Everardo Maciel


Consultor tributario