Algo está mal con el aparato institucional (JBOnline)

por ETCO

Autor: Fernando de Holanda Barbosa Filho

Fuente: JB Online, 14/05/2009

RIO - Diariamente, una parte significativa de la economía brasileña opera fuera del alcance del Estado. Las actividades van desde la venta de paraguas en las calles hasta la elaboración de pan casero, la contratación de trabajadores sin billetera y la denuncia parcial de la venta de establecimientos comerciales. Actividades como estas son parte de lo que llamamos economía clandestina. Se observa que la definición es bastante amplia, lo que hace complejo su estudio.

Durante años, la economía sumergida se consideró residual. A partir de la década de 70, se dio cuenta de que el tamaño de las actividades no medidas por el Estado podría representar una participación importante en el PIB de los países. Una definición habitual de la economía subterránea es "toda la producción de bienes y servicios no declarados deliberadamente al gobierno para: a) evadir impuestos; b) evadir contribuciones a la seguridad social; c) evadir el cumplimiento de las leyes y reglamentos laborales y; d) evitar los costos derivados del cumplimiento de las normas aplicables en una actividad determinada ”. Todas estas actividades reducen la recaudación de impuestos y la credibilidad de las estadísticas oficiales, dificultan la elección de políticas públicas y conducen a una competencia desigual entre las empresas de las economías oficiales y subterráneas. La reducción de la base de recaudación de impuestos implica tasas más altas para quienes pagan impuestos.

En Brasil, una gran parte de la fuerza laboral se encuentra en la economía sumergida. Los datos oficiales indican qué tan regulado está el mercado laboral, que ubica a alrededor del 27,5% de los empleados sin un contrato formal. El desarrollo de la economía sumergida significa algo malo con el aparato institucional. La actividad se expande porque los costos asociados con la economía oficial son lo suficientemente altos como para proporcionar ganancias a quienes operan fuera de ella. Además de ofrecer bienes y servicios paralelos, la economía subterránea genera empleos, ingresos y tiene su propia dinámica resultante de las fuerzas del mercado que buscan una mayor flexibilidad en la actividad económica.

Brasil necesita reformas para desalentar el crecimiento de la economía sumergida, como reducir la carga tributaria y atraer agentes a la economía formal.

* Fernando de Holanda Barbosa Filho es profesor en el Instituto Brasileño de Economía de la Fundação Getulio Vargas