Desatar el nudo fiscal es una tarea difícil, dicen los economistas

por ETCO

Fuente: Valor Econômico, 26/09/2007

El tamaño de la carga tributaria y la rápida expansión del gasto público en los últimos años son obstáculos importantes para el crecimiento, según economistas de diferentes tendencias. Sin embargo, cómo desatar el nudo fiscal es una tarea mucho más compleja de lo que sugiere el diagnóstico casi consensuado del problema, como quedó claro ayer en un debate celebrado ayer en la Facultad de Economía, Administración y Contabilidad de la Universidad de São Paulo (FEA-USP ) El coordinador del evento, el ex ministro Antonio Delfim Netto insistió en que no hay soluciones mágicas. Para él, no hay forma de reducir el gasto público. La solución, según Delfim, es estabilizar los gastos en términos per cápita y, gradualmente, reducir la carga tributaria como proporción del PIB.

El profesor Celso Martone, de FEA-USP, defendió lo que llamó una “inversión de la ecuación fiscal”, sugiriendo que primero se reduzcan los impuestos y luego el sistema político definiría sus prioridades en función de los recursos disponibles. La profesora Fabiana Rocha, de FEA-USP, centró su análisis en la necesidad del país de fortalecer las instituciones relacionadas con el manejo de las cuentas públicas, proponiendo la creación de un organismo similar al Comité de Política Monetaria (Copom) para el área fiscal.

Martone defendió la idea más polémica del debate. No satisfecho con la voraz expansión de la presión fiscal, que terminó 2006 en el 34,4% del PIB, Martone hizo una propuesta radical. Para él, sería importante congelar la carga fiscal y la deuda pública en términos reales. A partir de entonces, las tasas de contribución federal (como el CPMF) se reducirían año tras año, de modo que generarían los mismos ingresos en términos reales (descontando la inflación). “Con un crecimiento promedio anual del 4%, las contribuciones se eliminarían en seis años y la carga tributaria podría caer en el equivalente al 10% del PIB”. Primero habría una definición de los recursos disponibles para el sector público, entre los cuales el sistema político elegiría sus prioridades. "Así es como funciona en privado", dijo.

La idea de Martone fue ampliamente criticada. Delfim pidió a los economistas que incluyan la urna en sus modelos. “El Estado brasileño recibió una misión de la Constitución que tiene que cumplir”, resumió Delfim, para quien las políticas sociales no son una invención del gobierno. Para él, el camino pasa por la estabilización, en términos de capital del gasto público.

El ex secretario ejecutivo del Ministerio de Finanzas, Amaury Bier, socio de Gávea Investimentos, también vio problemas en la propuesta de Martone. Para Bier, la medida no es creíble, ya que varios gastos, como gastos con personal, beneficios de seguridad social y salud, tienden a crecer por encima de la inflación. Para hacer viable la propuesta de Martone, sería necesario comprimir los otros gastos, lo que no parece posible. Bier dijo que la estrategia apropiada es insistir en controlar el gasto y reducir la rigidez presupuestaria. Defendió una serie de enmiendas constitucionales que atacan temas como el gasto en Seguridad Social y los vínculos entre ingresos y gastos.

Fabiana habló de la fragilidad de las instituciones fiscales. Recordó los avances que se han producido en los últimos 20 años, como la creación del Departamento del Tesoro, la eliminación del Banco Central (BC) del financiamiento del gasto público y la adopción de la Ley de Responsabilidad Fiscal (LRF). El punto es que hay problemas en esta área, recordó, señalando el debilitamiento del LRF. Una es la falta de castigo para los funcionarios del gobierno que violan las reglas definidas por la ley.

Con una forma de fortalecer las instituciones, Fabiana defendió la creación de un comité de política fiscal. Este “Copom fiscal” tendría, entre otras funciones, definir la meta de superávit primario, realizar predicciones sobre el comportamiento de las variables fiscales y estudiar el impacto en el crecimiento de las medidas de política fiscal. Como resultado, el sector público tendría un mayor conocimiento de la composición del gasto y su efecto sobre la actividad.

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