Gilmar Mendes: la respuesta del Poder Judicial

por ETCO

Autor: Gilmar Mendes

Fuente: Folha de S. Paulo - São Paulo / SP - OPINIÓN - 28/03/2010

CUANDO los tribunales brasileños decidieron fijar como meta la eliminación gradual del stock de casos, en febrero de 2009, la reacción más común fue la incredulidad. Incluso hubo quienes consideraron utópica la medida.


Un año después, el resultado de la ya famosa meta 2 -de juzgar, a fines de 2009, todos los procesos interpuestos antes de 2006- tradujo en cifras contundentes la reacción de magistrados y funcionarios al desafío: más de 2,7 millones de procesos, más del 60% de la reserva residual.


Además de las ganancias en velocidad y credibilidad, esta movilización resultó en un efecto que, en cierto aspecto, resultó ser más importante en el largo plazo: el autoconocimiento de la Justicia brasileña, factor determinante para el mapeo preciso de la justicia brasileña. las dificultades de cada cuerpo.


En un esfuerzo por alcanzar la meta, el Poder Judicial no solo planteó el número de casos que debían resolverse, sino que también realizó un diagnóstico fundamental de los obstáculos para la solución de controversias.


En este contexto, por ejemplo, muchos inventarios se detuvieron por la inercia de los interesados ​​y casos de pensiones que, a pesar de ser urgentes, no pueden resolverse ante la ausencia de médicos que realicen la pericia necesaria.
Por otro lado, el esfuerzo colectivo por "ordenar la casa", eliminando la burocracia para preservar el derecho, permitió una mayor transparencia en todas las etapas del servicio de justicia, permitiendo un mayor y mejor control, ya sea por parte de la sociedad o del Poder Judicial, en un movimiento de retroalimentación continuo.


En esta fase de modernización ha resultado determinante la planificación estratégica, así como la completa informatización de todas las agencias, un atajo también para lograr los objetivos de nivelación de los foros de todo el país, con el fin de estandarizar -un escalón por encima- la calidad de el servicio de justicia.


La respuesta del Poder Judicial al llamado a la responsabilidad, frente a una lucha tan compleja de manera pragmática -con el objetivo de resolverla de manera efectiva-, ha sido deconstruyendo viejos paradigmas, que pueden ser explicados por la teoría de juegos, según la cual las elecciones de los jugadores interesados en la maximización de los ingresos propios interfieren o dependen de las opciones de otros individuos.


Sí, porque desde hace tiempo se sabe que muchos están apostando por las demoras de los tribunales para retrasar el pago de determinadas deudas o capitalizar tales cantidades en el mercado financiero. Por eso no en vano los grandes bancos y las empresas multinacionales se encuentran entre los mayores litigantes. Lo realmente sorprendente es que en esta lista se incluyan organismos estatales como el INSS, solo por mencionar uno de los más asiduos.


Esta cultura de disposición abierta al litigio, de opción al enfrentamiento, como alternativa a la composición, ha representado un tiro en el pie del propio Estado, cuya tesorería es única. Por lo tanto, no tiene ningún sentido que los pequeños problemas que involucran a las entidades públicas se lleven a los tribunales cuando podrían resolverse administrativamente con menos carga.


En un buen momento, el Poder Judicial, con determinación y hasta cierto atrevimiento, supo llevarse a sí mismo la tarea de remodelar a sí mismo a los rasgos exigidos por la sociedad brasileña. En pos de la modernización casi obstinadamente, no hay duda de que este proceso seguirá sorprendiendo.


Muy pronto, ya no valdrá la pena apostar por las demoras procesales: después de todo, los costos de demandar en los tribunales superarán los beneficios especulativos.
Sin embargo, el camino será menos doloroso si todo el Estado brasileño considera oportuno actuar de manera integrada, proactiva y, por tanto, eficiente, en un concierto armonioso, en el centro del cual estará el bienestar del ciudadano brasileño.
En esta etapa, será casi obvio decir que el acceso a la ley no conduce necesariamente a los portales de la Justicia, como es el caso de países donde el Estado de derecho democrático, más que una premisa constitucional, más que un canon doctrinal, es una experiencia completa y la más cotidiana.


GILMAR FERREIRA MENDES, 54 años, tiene una maestría de la UnB (Universidad de Brasilia) y un doctorado en Derecho del Estado de la Universidad de Münster (Alemania), es presidente del STF (Tribunal Supremo Federal) y del CNJ (Consejo Nacional de Justicia).

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