Demasiados impuestos, muy poco servicio ...
Fuente: Daily Reporter - SP - 22/07/2009
El sistema tributario brasileño es reconocido como uno de los más injustos, costosos e irracionales del mundo. La necesidad de una reforma tributaria es urgente, incluso un consenso entre la oposición y la situación, sin embargo, la forma, el contenido y cómo se debe hacer no es apoyada por los más diversos partidos políticos en el Congreso Nacional. Mientras se mantiene el impasse, año tras año la carga tributaria sigue penalizando a los trabajadores y sectores productivos, comprometiendo nuestra competitividad internacional y condenando la informalidad a buena parte de nuestra economía.
Incluso el agravamiento de la crisis financiera y el fin de la recaudación del CPMF no lograron frenar la desenfrenada escalada de la carga tributaria en el país. El peso de los impuestos recaudados por la Unión, Estados y Municipios volvió a tocar otro triste récord y alcanzó 35,8% del PIB. Cabe recordar que en el momento de la votación en el Congreso para dar por terminada la CPMF, a fines de 2007, el Gobierno de Lula y la base aliada alegaron que la extinción del impuesto pondría en peligro la recaudación del impuesto federal.
La distribución de la torta se mantiene sin cambios, la Unión obtiene el 70% de los ingresos, los estados se quedan con el 26% y los municipios el 4%. No es solo hoy que defiendo un nuevo Pacto Federativo, en el que el municipio, primera instancia del poder para enfrentar las necesidades básicas de la población, tenga una mayor participación en el pastel, porque todo lo que pueda hacer el Será mejor municipio, se aplicarán mejor los recursos y es donde el ciudadano participa y cobra más.
Un estudio del Instituto Brasileño de Planificación Tributaria (IBTP) revela detalles de este perverso sistema. El brasileño trabajó hasta el 25 de mayo solo para pagar impuestos, es decir, tardó cinco meses o 147 días solo en llenar las arcas de la Unión. Un simple vistazo al Impostómetro (www.impostometro.com.br) ilustra bien esta irracionalidad.
El gobierno recauda mucho y gasta mal, además del despilfarro consumido por las desviaciones éticas toleradas por el gobierno de Lula. Los brasileños tenemos una colección de primer mundo, mientras que las contrapartes sociales bajo la responsabilidad del Estado son similares a las de los países africanos pobres.
En el Congreso Nacional, el gobierno de Lula vuelve a tomar las riendas para aprobar su propuesta de Reforma Fiscal, que encabeza el diputado Sandro Mabel. Miembro de la Comisión Especial encargada de la valoración de la propuesta en la Cámara Federal, voté en contra y sigo convencido de que la propuesta en cuestión es un paso atrás, va en contra de todo lo que el sentido común defiende como mayor simplificación, racionalidad, transparencia, además a aumentar ya con una alta carga tributaria, tener un sesgo concentrador pro-Unión que debería comprometer aún más la recaudación de Estados y Municipios, además de alejarse de los modelos tributarios de países competidores en el mercado internacional.
Lo más importante, por el momento, está claro que se trata de una propuesta improvisada y casi desconocida, negociada en la mayoría de los casos de forma poco transparente, cuando no oculta, lo que interfiere con doscientas disposiciones constitucionales y daría lugar a un aumento Carga fiscal, mayor déficit público, graves daños a la Seguridad Social y al empleo, por lo que no se puede votar en contra y en medio de una gran crisis económica mundial. En este debate, pretendo volver a guiarme por la cautela, de quienes saben que las actitudes precipitadas pueden costar muy alto al ciudadano, al contribuyente ya Brasil.
Diputado Arnaldo Jardim - subdirector del PPS en la Cámara Federal