Menos papeleo, más sentido común
Fuente: Exame - Edición impresa - 23/07/2009
Hace más de 40 años, antes de que el hombre pisase la Luna, el entonces ministro de Planificación, Hélio Beltrão, dio los primeros pasos de una reforma que ayudó a simplificar la burocracia brasileña. Es de 1968 el decreto de su autoría que dispensa el reconocimiento de firma en documentos firmados en presencia de un funcionario público. Posteriormente, en 1979, otro decreto, también de Beltrão, ya al frente del Ministerio de Burocratización, puso fin a los certificados de buena trayectoria y pobreza, entre otras demandas absurdas y humillantes impuestas a los brasileños. La misma ley definió que la autenticación de la copia de un documento la realizaba el servidor a quien se debía entregar el papel. Sin embargo, desde entonces, en lugar de simplificarse, la burocracia brasileña solo ha empeorado. Después de tres décadas, gran parte del progreso logrado por Beltrão se ha visto socavado. Ahora, el 20 de julio, la antesala del presidente Luiz Inácio Lula da Silva ha llegado a un proyecto de decreto que podría significar la reanudación de la agenda de burocratización. Hasta el cierre de esta edición, el decreto estaba pendiente de la firma presidencial.
Además de ratificar las medidas de simplificación establecidas en el pasado, pero que ya no son cumplidas por diversas áreas de la administración federal -como la renuncia al reconocimiento de firma y autenticación de documentos en determinadas situaciones-, el proyecto tiene el mérito de asignar responsabilidades el gobierno, que convenientemente insiste en cederlos a los ciudadanos. Si se firma el decreto, las agencias federales ya no podrán exigir la presentación de certificados y certificados emitidos por otras agencias federales. Hoy en día, para obtener un pasaporte, un documento emitido por la Policía Federal, los ciudadanos tienen que demostrar que están al día con la Justicia Electoral, otra agencia federal. Es un hecho que este tipo de cambio no se producirá de la noche a la mañana. La ley solo se pondrá en práctica cuando las agencias federales puedan "hablar" entre sí. Además del orden presidencial, la ley depende de la integración de bases de datos del sector público, algo relativamente simple, considerando el estado de la tecnología. Tras la firma del presidente -que se producirá en breve, según el Ministerio de Planificación-, las dependencias federales tendrán un año para adaptarse a la nueva normativa.
Otro frente en el que avanza el decreto es la creación de la Carta de Servicios al Ciudadano, una especie de manual de derechos en relación con el gobierno. Dicha carta -que deberá ser ofrecida al público en las taquillas y publicada en el sitio web de las agencias federales de Órganos- deberá mostrar información como el plazo para el cumplimiento del servicio y el número de teléfono del ombudsman para las quejas sobre La agencia. “El objetivo es transparentar la relación con el ciudadano, dejando claro que el gobierno también cumple con el plazo y tiene compromisos de atender a la ciudadanía”, dice Marcelo Viana, secretario de Gestión del Ministerio de Planificación. Es cierto que no estamos ni cerca de un choque contra la burocracia. El decreto que espera la firma del presidente Lula solo afecta a las agencias federales. Desde este ángulo, su alcance es limitado, ya que la gente utiliza mucho más la burocracia municipal y estatal que la de las agencias federales. La nueva ley tampoco cambiará las reglas que imponen las empresas. Sin embargo, la integración de las agencias federales debería facilitar - y en gran medida - el camino de futuras medidas para reducir la burocracia en las relaciones con el entorno empresarial.
La buena noticia es que, aunque tímidamente, las iniciativas para simplificar la burocracia se multiplican en todo el país. En Maceió ya es posible registrar una empresa en una semana. El estado de São Paulo ha comenzado a renunciar a la necesidad de reconocimiento de firmas en varias situaciones desde enero de 2008. Esta iniciativa se ha sumado a la de Poupatempo, un programa de centralización del servicio a los ciudadanos en las estaciones de servicio que existe desde 1996 y que hoy ya ha sido copiado por varios estados y ciudades. El objetivo actual del programa de burocratización paulista, liderado por el secretario estatal de Empleo y Trabajo, Guilherme Afif Domingos, es reducir el tiempo requerido para la formalización de las empresas. "Hasta principios de 2010, el promedio de apertura de un negocio en São Paulo será de 15 días", dice Afif. Actualmente, el plazo promedio en el país es de cinco meses, lo que coloca a Brasil en la 125ª peor posición en el ranking Doing Business del Banco Mundial, que clasifica el entorno empresarial en 181 países.
A pesar de las señales positivas, es necesario avanzar con más celeridad y mantener la perseverancia en atacar a la “burocracia”. “La burocracia es como la hierba, siempre está naciendo”, dice Antônio Marcos Umbelino Lôbo, abogado y miembro del Instituto Hélio Beltrão, una organización no gubernamental dedicada a reducir la burocracia del país. Según él, el decreto de los años 70 murió porque, con el tiempo, los burócratas crearon nuevas reglas, exigiendo, por ejemplo, una firma reconocida en un notario público, norma anteriormente prohibida. “Las medidas contra la burocracia solo se imponen con amplia publicidad entre la población”, dice Lôbo. Además, los gobiernos deben martillar la novedad entre los funcionarios y la Contraloría General de la Unión debe garantizar el cumplimiento de las normas. De todos modos, no basta con firmar el decreto. Necesitas hacer que funcione.