Reforma fiscal: hacia el retraso
Autor: Leonardo Humberto Bucher
Fuente: Gazeta Mercantil, 04/02/2009
4 de febrero de 2009 - Desde antes del gobierno de Fernando Henrique Cardoso se habla, en agotamiento, de una reforma tributaria que reduciría los impuestos en cantidad y valor, así como la burocracia, e incluso eliminaría la guerra fiscal, redistribuyendo, con justicia, cobro entre entidades federativas. Y, finalmente, proporcionar las condiciones para que la economía despegue realmente. FHC no lo hizo. El presidente Lula, montado en la popularidad obtenida en las urnas en su primera elección, intentó hacer algo similar a lo que se soñaba, pero hubo un avance muy pequeño, a pesar de todos los esfuerzos del relator de la propuesta en ese momento, el diputado Virgílio. Guimarães. Se prometió, en ese momento, que se haría algo más completo más adelante.
El gobierno de Lula pensó que ahora es el momento. A partir de una Propuesta de Reforma Constitucional del propio Virgílio, se creó una comisión especial, presidida por el diputado Antônio Palocci, para opinar sobre esta tan esperada Reforma Tributaria. La lucha por el relator terminó convirtiendo al diputado del empresario Sandro Mabel en el relator. Con un exministro de Finanzas en la presidencia y un hombre de negocios de peso pesado en la relatoría, llegamos a creer que algo grande finalmente podría salir de allí. Error de Ledo.
En general, la reforma inicialmente pareció peligrosa. Más precisamente, un salto en la oscuridad, ya que casi todas las definiciones importantes se estaban ocultando para decisiones futuras, en diferentes instancias. Incluso la exención del 6% del 20% de los cargos de nómina de los empleadores (el cebo para que los empresarios se unan) no tenía fecha de entrada en vigor y se dejó para una mayor regulación. Los nuevos impuestos, incluidos los aportes, dieron un gran alivio a los estados y municipios (cebo para las demás entidades federativas), pero también pecaron por una grave vaguedad en el texto que se va a aprobar.
Aparte de estos factores, seguimos seguros de que la guerra fiscal, de hecho, no termina y el ICMS, tan decantado como un impuesto anacrónico y que sería la principal víctima de una verdadera reforma tributaria, ahora gana supervivencia con el informe del señor Sandro. Mabel. Suma a esto los efectos de la crisis global en el país y tendremos que dar razón a un grupo significativo de parlamentarios que dicen que es irresponsable querer hacer algo así, en estos momentos, desestabilizando, por ejemplo, economías como el Estado de Espíritu Santo. No solo los diputados piensan esto: los gobernadores de los estados de la región sureste decidieron por unanimidad pedir a sus diputados que no dejaran pasar la reforma en este momento. Dos opositores y dos funcionarios del gobierno se unieron contra la reforma. ¡Contra esta reforma! Además, los secretarios de finanzas de 20 unidades federativas solicitaron que se pospusiera el asunto.
Pero los problemas no terminan ahí. Los sectores de software (programas informáticos) e Internet pueden sufrir un duro golpe. El relator, en su toque rejuvenecedor con el ICMS, decidió gravar el software y las transferencias de Internet con este impuesto anacrónico, una medida de la que ya habíamos logrado deshacernos desde la Constitución de 1988. En pocas palabras: decidió que La informática y sus clientes, socios del daño causado por el recaudador de impuestos de los estados, pueden pagar entre el 17% y el 35% de impuesto a cambio del 2% al 5% que pagan hoy a ISS. ¡Algo terrorífico!
En conciencia, no hay justificación para gravar a un sector de servicios, que tiene una cadena de producción corta, que no genera crédito para compensar porque su principal insumo es la mano de obra, con una alta tasa impositiva creada para registrar cadenas largas y productos, bienes y no servicios. El software no es una mercancía. No hay venta del software, pero sí el derecho de uso. Además, una empresa de software debe pagar una, dos o como máximo tres veces la tasa ISS, acumulativa, es razonable, aceptable y está dentro de su planificación fiscal. Pero pagar el 25% no acumulativo, es decir, en uno, dos o tres pasos, hará que, en cada paso, deje algo entre el 8% y el 25% de sus ingresos en manos del gobierno. No hay forma de no traspasar este aumento.
Y aquí es donde el daño no está solo en el sector del software. Dado que el software es uno de los principales, si no el principal, insumo para la productividad y la competitividad de las empresas, el aumento repentino, brutal y demencial de la carga fiscal sobre él hará sufrir a toda la economía. Y por eso podemos decir que esta reforma, tal y como propone la ponente, además de un hermoso e irresponsable salto a la oscuridad, ¡es un fantástico avance hacia el pasado y hacia atrás!
truco: las empresas de software corren el riesgo de cobrar entre el 17% y el 35% de ICMS reemplazando el 2% al 5% que pagan a ISS en la actualidad
(Gazeta Mercantil / Caderno C - Pág.5) (Leonardo Humberto Bucher - Secretario Ejecutivo del Frente Mixto Parlamentario de Informática del Congreso Nacional)