Thomaz Wood Jr.: La plaga de Colbert

por ETCO

Autor: Thomas Wood Jr.

Fuente: Carta Capital, 06/04/2009

Se dice que el origen se remonta a 1665, cuando el rey Luis XIV nombró a Jean-Baptiste Colbert controlador general de finanzas. Colbert reorganizó el comercio y la industria y persiguió a los corruptos. Para garantizar una acción gubernamental justa, exigió que los empleados siguieran reglas estrictas, aplicadas a todos. El rigor y la inflexibilidad de Colbert llevaron a Jean-Claude Marie Vincent, administrador de comercio, a criticar las resoluciones, que consideró impedimentos a la actividad comercial. Para ilustrar su crítica, Vincent acuñó el término burocratie, refiriéndose, de manera peyorativa, al diseño y aplicación de reglas, sin considerar las consecuencias prácticas.


 


La burocracia se basa en la idea de que todas las funciones son realizadas por profesionales calificados y guiados por ciertos principios: la naturaleza jurídica de las normas y reglamentos, la formalización de la comunicación y la división racional del trabajo. El sistema nació para ser la materialización de la racionalidad. Sin embargo, a manos de los burócratas, se ha convertido en un monstruo al que todos aprendemos a temer y aborrecer.


 


La lista de disfunciones y adicciones asociadas con la burocracia es larga. La burocracia dice que, antes, todos somos iguales. Sin embargo, la igualdad de trato suele ir acompañada de impersonalidad, negligencia e ineficacia. La burocracia sacraliza las reglas, que van desde los medios hasta los fines. Entre resolver un problema y seguir una regla, el burócrata suele optar por seguir la regla. Al diablo con el ciudadano. La burocracia cambia solo lentamente, cuando lo hace. El medio ambiente puede transformarse radicalmente, pero la burocracia no se adapta. Tiende a volverse anacrónico. La burocracia está organizada como un sistema neutral y justo. Sin embargo, su complejidad y tamaño facilitan el nepotismo, el abuso de poder y la corrupción. El resultado es un sistema central en nuestras vidas, del que no podemos escapar, pero que tendemos a odiar. La burocracia logra sumar ineficiencia al poder amenazador, la incompetencia de los lentos amanuenses a la manipulación egoísta de los funcionarios corruptos.


 


Dentro del sistema, los burócratas buscan constantemente "expansión geográfica y demográfica". Las imágenes hinchadas significan más personas para coordinar, más servicio para controlar y más poder para ejercitar. Por tanto, la burocracia combina el descuido del servicio ciudadano con la capacidad de inventar el trabajo por sí misma. John Kenneth Galbraith registró para la posteridad: "La tendencia de la burocracia es encontrar objetivo en todo lo que se está haciendo".


 


En la burocracia pública o privada, los burócratas procrean incesantemente. Donald Keough, ex director ejecutivo de Coca-Cola y autor de Los diez mandamientos para el fracaso empresarial, comentó en referencia a la propia multinacional: “Habiendo pasado mis primeros años en el negocio ganadero de mi padre, descubrí que si poníamos la combinación correcta de machos y hembras, acabaremos obteniendo muchos más animales. Las burocracias se multiplican de la misma manera. Así es como funcionan: un gerente se coloca en un lugar y, después de dieciocho meses, tiene un asistente. El asistente se convierte en gerente junior y ¿qué se observa? Otro asistente. El ritmo sigue ”.


 


En las burocracias, las reglas establecidas originalmente para asegurar la claridad y la eficiencia ya no son medios sino fines. A su vez, los burócratas controlan el sistema como para proteger sus propias vidas, ya que sienten que los cambios pueden reducir su poder o autoridad. Con el tiempo, los burócratas quedan aislados en sus castillos, el abuso se vuelve un lugar común y los cambios eventuales enfrentan barreras insuperables.


 


En Pindorama, muchas empresas y organismos públicos mantienen estándares inaceptables de servicio y relaciones con los ciudadanos. Desde el Poder Judicial al Estado, desde el sistema de salud al sistema educativo, vemos casos llamativos de desperdicio de recursos y falta de respeto a los contribuyentes. Todos tenemos historias de terror que contar. La situación no es diferente en algunas empresas privadas. Además de victimizar a los clientes y empleados, estas organizaciones también se victimizan a sí mismas. En el choque entre las fuerzas del cambio y los intereses establecidos, estos últimos siguen ganando.

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