Fiscalidad excesiva y contradictoria
Fuente: Sindicombustíveis-AL - Maceió / AL - 06/07/2010
Fuente: El Mundo
Al final de la próxima década, la economía brasileña estará a las puertas del Primer Mundo. Este es el pronóstico para instituciones internacionales de renombre e incluso bancos, que apuntan a Brasil como el próximo país en desarrollarse, antes de China, cuyos indicadores sociales aún están muy alejados del promedio de las naciones que han superado el subdesarrollo.
Es claro que esta posibilidad se basa en la hipótesis de mantener un ritmo razonable de crecimiento económico, avances considerables en infraestructura y una mejora significativa en los indicadores que tiran a Brasil en educación, salud, vivienda, saneamiento básico, etc.
El logro de estos objetivos dependerá de la combinación de varios factores y la eliminación de obstáculos, incluidos algunos con relativa urgencia. Este es el caso de la inadeestava cuando la estructura tributaria del país.
Recientemente, el exministro Delfim Netto, al hacer una parodia con la expresión “Belíndia” - acuñada hace años por el economista Edmar Bacha para explicar que Brasil cumplía simultáneamente condiciones similares a las de Bélgica e India - dijo que el país ahora era más para “Engana”, con carga fiscal de Inglaterra (en inglés, Inglaterra) y servicios de Ghana. De hecho, la clase política brasileña prefiere engañarse sobre este tema, o pretender que no ve el riesgo de que la carga fiscal excesiva, en el rango del 36% del PIB, mate la gallina de los huevos de oro.
Hace unas semanas, el propio presidente Lula vinculó la alta carga tributaria a la necesidad de financiar un gasto público que posibilitara la inclusión social.
Esta visión equivocada, fuertemente apoyada por la clase política, ha llevado a Brasil a sostener empresas estatales deficientes y derroche colosal en el sector público durante décadas.
Pero es una situación con la que el país no puede vivir indefinidamente. Las aberraciones son muchas, algunas incluso son sorprendentes. En los servicios de telecomunicaciones, el peso de los impuestos corresponde al 43%. Curiosamente, el gobierno anuncia un plan para permitir el acceso de la población de bajos ingresos a Internet de alta velocidad (llamado banda ancha) sin considerar ninguna reducción en la carga tributaria. Por el contrario, como la idea es revivir una empresa estatal fantasmal, que ya estaba en proceso de extinción, habrá que tomar más recursos públicos para hacer factible esta fantasía.
Los servicios de telecomunicaciones sirven como ejemplo de la inadecuada estructura tributaria, así como los precios del GLP (gas de cocina) y las tarifas de buses, trenes, subterráneos, electricidad, agua y alcantarillado, lastrados por el peso de los impuestos, aunque se incluyen en el consumo básico. la mayoría de la población. Dado que la Unión tiene la mayor parte de los ingresos fiscales, ha sido más fácil para el Ministerio de Finanzas ajustar los impuestos y contribuciones federales. Los estados, a su vez, tienen menos solidez financiera y se apegan a las altas tasas de ICMS, incluso admitiendo que esto reduce la base de contribuyentes.
Una reevaluación de la estructura tributaria del país, incluso basada en los intentos fallidos de reforma de los últimos años, debería estar en la agenda de la campaña electoral.