Combatir al deudor es esencial en tiempos de crisis.

por ETCO
26/07/2016

¡Debo, no negar, y no pagar! Este es el lema del llamado “deudor duro”, un emprendedor poco ético que, a diferencia del deudor ocasional, no recauda impuestos de manera sistemática, con la intención premeditada de obtener una ventaja competitiva, generando
así desequilibrios competitivos.

Como empresarios ineficientes, que solo trabajan sin pagar impuestos, generan un beneficio (ilegal) y solo sobreviven sobre la base de un costo logrado artificialmente.

En sectores con alta carga tributaria (combustibles, cigarrillos, bebidas y medicinas), de consumo inmediato y bajo margen de retorno, el hecho de no pagar impuestos otorga al empresario deudor una ventaja competitiva abismal.

Para que te hagas una idea, en un paquete de cigarrillos vendido a R $ 3, los impuestos llegan a R $ 2. De igual manera, en un litro de gasolina C, cuyo costo para el consumidor final ronda los R $ 3,50 2 años, Hacienda recibe R $ XNUMX.

Siempre surge una pregunta cuando se habla de este tema: ¿cómo se mantienen estas empresas durante tanto tiempo al margen de la legalidad? A pesar del evidente absurdo, la explicación es sencilla. El deudor habitual necesita un litigio fiscal con las autoridades fiscales para alargar su permanencia en el mercado. Discutir y volver a debatir en procedimientos administrativos y judiciales,
patrocina tesis legales humeantes que confunden a la justicia y a los fiscales.

En un momento de crisis económica y gran déficit recaudatorio, combatir al deudor persistente es una necesidad para frenar el sangrado del impago de impuestos en sectores con altas tasas de morosidad. Entre los 500 mayores deudores del país, hay varios que
acumular deudas superiores a R $ 1 mil millones.

Utilizan y abusan de la lentitud de los tribunales, de la burocracia de las autoridades tributarias, utilizando la jurisprudencia tradicional del Supremo Tribunal Federal que prohíbe al Poder Público aplicar sanciones políticas para recaudar impuestos. Tales precedentes provienen de una época en la que solo existía la figura del eventual deudor, el que deja de pagar impuestos por una dificultad momentánea, transitoria, cuya superación lo vuelve a la normalidad. En este caso, un programa de cuotas genera resultados positivos.

El deudor actúa a menudo en contra de la ética. No pagar la deuda tributaria es parte del trato. La pérdida de ingresos fiscales para las autoridades fiscales es permanente, nunca se recuperará. Los activos de estas empresas, normalmente escondidos bajo el nombre de "naranjas", alimentan la corrupción, el crimen organizado y el blanqueo de capitales.

La jurisprudencia tradicional del STF sobre la prohibición de sanciones políticas para el cobro de tarifas no es aplicable a los casos de deudores regulares. Se abre un nuevo capítulo. En un análisis de caso específico, la Corte Suprema ya ha entendido la
de una empresa tabaquera con grandes deudas fiscales, determinando así el fin de sus actividades.

En tales casos, es necesario bloquear la función comercial o recaudar impuestos por adelantado. El beneficio del Estado viene con la preservación de la recaudación de impuestos. El de la sociedad, con un entorno empresarial ético.
En un período de la vida nacional en el que los tres niveles de gobierno luchan contra la falta de recursos, se necesita con urgencia una mirada diferente al deudor.

Las autoridades tributarias, los fiscales, el Ministerio Público y, en especial, los magistrados deben estar al tanto de este fenómeno moderno. Para combatirlo, debemos ir más allá de la aplicación tradicional de la legislación tributaria. Es fundamental preservar la ética competitiva y
Proteger el estado.
LUCIANO DE SOUZA GODOY, ex juez federal, doctor en derecho civil en la USP, es abogado y profesor de la Facultad de Derecho de São Paulo de la Fundação Getulio Vargas.

 

Fuente: Folha de São Paulo (19/07)