Derechos de los contribuyentes y justicia fiscal

Durante mucho tiempo se ha defendido una reforma tributaria que está estructurando un modelo que viabilice la justicia fiscal y tributaria, es decir, que reduzca la desigualdad social e incorpore algunos principios, como la eficiencia, la equidad, la sencillez, estimule la competitividad y combata a quienes pervertir el sistema, no pagar impuestos intencionalmente. Para ello, es importante valorar al contribuyente y frenar lo que llamamos "deudor constante", para que los impuestos recaudados se destinen a satisfacer las demandas de la sociedad y que el Estado reciba lo que efectivamente le corresponde, nada más.

Sin embargo, es factible —antes de lograr una reforma tributaria que merezca tal nombre— contar con una legislación que simplifique el sistema, combatiendo las desviaciones y facilitando la recaudación. El Instituto Brasileño de Ética de la Competencia — ETCO, desde su fundación en 2003, contribuye con estudios técnicos, presentando sugerencias para la mejora de las relaciones entre las autoridades fiscales y el contribuyente. Identificamos que es urgente remover las imprecisiones que incentivan el litigio, causando perjuicio a ambas partes. El contribuyente quiere su regularización tributaria y el fisco necesita recibirla, sin embargo, estos objetivos no se logran ante el conflictivo sistema vigente. No se puede tratar al contribuyente como enemigo y al fisco como verdugo.

En 2019, para presentar la grave situación a la que nos enfrentamos, ETCO contrató un estudio internacional con la consultora EY sobre la litigio fiscal. Se presentaba un panorama sombrío, nada comparable con otros países: solo a nivel federal, se discutían alrededor de R$ 3,4 billones en instancias administrativas y judiciales. Para hacer frente a esta debacle, señalamos, mirando al pasado, la necesidad de mejorar la transacción tributaria y, para el futuro, la adopción de la mediación y el arbitraje tributario. Para la primera situación, estimulamos esta discusión en seminarios con la PGFN y expertos tributarios eméritos y, por iniciativa del gobierno federal, se aprobó la Ley 13.988/2020, que fue reforzada por la Ley 14.375/2022. Estas disposiciones y la acción de la PGFN resultaron en claros avances, permitiendo la solución de antiguas cuestiones pendientes. El contribuyente se regulariza y las autoridades fiscales cobran. En cuanto a la mediación y el arbitraje, tenemos proyectos de ley en los Estados y en el Congreso Nacional, que deberían avanzar.

Validando la expresión “separar el trigo de la paja”, mientras defendemos una nueva relación impuesto-contribuyente, reduciendo las interminables y dañinas disputas a quienes actúan de buena fe, necesitamos combatir a quienes se aprovechan de la confusa situación existente para la recaudación de impuestos y si beneficia, al estructurar sus acciones para nunca pagar impuestos, el mencionado “deudor constante” que tiene deudas activas con el fisco federal de R$ 100 mil millones, sólo en los sectores de combustibles y tabaco. Tenemos un Proyecto de Ley en el Senado Federal (PLS 284/17) que define quiénes deben ser considerados deudores persistentes, diferenciándolos de los deudores ocasionales e incluso reincidentes. Está en el Pleno y, sin motivo que se entienda, no se vota.

La iniciativa más reciente de ETCO es un nuevo estudio internacional con la consultora EY —que se encuentra en su fase final— que trata sobre los derechos de los contribuyentes, presenta un diagnóstico de nuestra legislación constitucional e infraconstitucional y evalúa la postura de los países con mejores prácticas (EE.UU. , Alemania y Australia). El objetivo es medir, como hicimos en el estudio del litigio, cómo se trata al contribuyente y qué sugerencias se le pueden hacer para garantizar derechos y definir deberes, con el objetivo de establecer un nuevo nivel en esta relación, hoy de animosidad, por una actitud de mayor comprensión y exactitud de las obligaciones, en interés del Estado y de los ciudadanos de buena fe.

Así, debemos, por ejemplo, combatir posibles abusos, como la normalización de la representación fiscal con fines penales y la aplicación de multas incrementadas hasta en un 150%, sin criterio.

Este trabajo de ETCO encontrado en el Proyecto de ley 17 / 2022, de la autoría del diputado Felipe Rigoni, demostrando la importancia de esta iniciativa para lograr un equilibrio en la convivencia más ciudadana en el ámbito fiscal. Ese debe ser el objetivo.

En la audiencia pública realizada por la Comisión de Hacienda y Tributación de la Cámara Federal, ETCO demostró que la PL 17/22 debe consolidar los derechos de los contribuyentes sin inhibir la acción legítima de las autoridades fiscales. Este proyecto de ley no debe ser visto como una medida contra las autoridades fiscales o contra la presencia fiscal, de hecho, para el ejercicio de esta acción es deber del agente público defender derechos y definir deberes. En este sentido, la reducción de la litigiosidad; la valorización de la buena fe, sustentar la composición antes de la imposición de la sanción, permitir al contribuyente señalar hechos y documentos son medidas que, lejos de defender a los evasores fiscales, demuestran un sentido de respeto por los ciudadanos y las empresas, en beneficio de la inspección trabajo, que no tiene por objeto castigar sino cobrar lo justo. Es importante señalar que los países que contribuyeron al estudio ETCO/EY, reconocidos como rigurosos en la lucha eficiente contra los evasores fiscales, incentivan la defensa de los contribuyentes. Estados Unidos, por ejemplo, tiene la “Declaración de Derechos de los Contribuyentes”. Una vez definido el impuesto y su valor, se fortalece la acción de las autoridades fiscales.

Por supuesto, el proyecto de ley puede y debe mejorarse, pero no es creíble que vaya a ser desacreditado. Esta postura quita seriedad a la crítica. ¿Por qué no tenemos una ley que garantice los derechos de los contribuyentes y señale deberes y que, una vez establecidos, se cumplan?

Para fortalecer la seguridad jurídica es necesario que tengamos, por un lado, la definición exacta del impuesto adeudado, simplificando su pago y la eficiencia de la recaudación, evitando la excesiva litigiosidad y, por otro lado, una ley que combata evasores de impuestos y deudores persistentes.

Este es el camino que debe representar avances en la búsqueda de la justicia fiscal, incluso antes de llegar a una reforma fiscal efectiva.

*Edson Luis Vísmona es abogado, presidente del Instituto Brasileño de Ética de la Competencia (ETCO) y del Foro Nacional Contra la Piratería y la Ilegalidad (FNCP). Fue secretario de Justicia y Defensa de la Ciudadanía del Estado de São Paulo (2000/2002)

No verás ningún país

La cultura siempre debe valorarse. La poesía, la literatura, la música expresan artísticamente el sentimiento de un pueblo y despiertan emociones, dando sentido a situaciones que la razón muchas veces no puede comprender.

En mi último artículo Usé Grande Pessoa para abordar el tema de la ética (Ser genial, estar completo). En esto confío en Ignácio de Loyola Brandão, en su obra “No Verás País Ninguno”, para expresar un toque de perplejidad ante los últimos hechos que acechan a nuestro amado y sufriente Brasil.

Hay tantos que tendría que escribir mucho más de lo que me permite el espacio que me dan. Me limitaré a dos temas que ejemplifican algunas de las dificultades que sigo de cerca.

Sabemos que Para lograr el desarrollo deseado, debemos garantizar una seguridad jurídica que permita la atracción de inversiones, la generación de empleo e ingresos.. Sin embargo, lejos de avanzar en esta meta, nos estamos alejando de esta meta todos los días. Con esfuerzo, dedicación y mucha competencia, estamos retrocediendo.

Veamos el tema tributario: siempre se habla de la urgente necesidad de tener una "reforma tributaria" que mejore nuestro sistema, sea amplio y simplifique el cumplimiento de obligaciones y, por supuesto, no suba aún más los impuestos.

Estos complejos objetivos solo se lograrán con un amplio debate, con la participación de expertos en los entresijos del derecho tributario, empresarios, representantes de los contribuyentes, gobiernos, sociedad civil, políticos y que exista una reunión de cuentas, todo para evaluar las consecuencias, riesgos y alcance de las medidas que se adoptarán.

Pero aquí viene un paquete que, lejos de la cautela necesaria, promueve cambios severos en la estructura tributaria: altera la tributación sobre la renta; dividendos; de utilidades retenidas; no deducibilidad de los intereses sobre el capital social; genera nuevos trámites burocráticos y aumentará la carga tributaria, sobrecargará las inversiones productivas y, por supuesto, al final, a los consumidores.

Con una fuerte reacción de la industria, el comercio, los servicios, los profesionales liberales, los estados y los municipios, las opiniones fueron presentadas por el relator, confundiendo aún más lo incomprensible. Es la lógica del "puxadinho". Resultado: repulsión unánime y cohesionada, contrario al dicho que dice ser “tonta unanimidad”.

Pero todo puede empeorar. ¡La Cámara Federal decide que este asunto debe ser votado con urgencia! Impedir una discusión más profunda, con estudios y debates técnicos.

Los contribuyentes y los sectores productivos fueron atropellados. La lógica política se aleja de la sociedad, con justificaciones populistas.

Junto a esta insólita situación, señalo otro absurdo. El Poder Ejecutivo propone una Medida Provisional para cambiar profundamente la estructura de distribución de combustibles. Por un lado, permitir la venta directa de etanol por parte de las plantas a las estaciones de servicio y por otro, autorizar la venta de combustible de una fuente diferente a la que indica el banner de la estación de servicio. Propuesta apresurada e inexplicable.

La simple justificación es ilusoria, el precio bajará y el consumidor se beneficiará, como si fuera posible reducir el precio final sin cambiar la estructura fiscal que se centra en los combustibles. Estos conceptos erróneos fomentarán el impago de impuestos, una práctica que afecta a toda la industria.

Será muy difícil, si no imposible, supervisar la cadena de distribución y, en el caso de la venta de un producto distinto al de una estación de servicio, se engañará al consumidor, ya que tendrá la creencia de que está suministrando. un producto de una marca en la que confían y recibirán algo que desconoce el origen.

Esta asombrosa iniciativa, que es aplaudida por deudores persistentes, nunca ha sido defendida por la industria ni por los consumidores. Un verdadero error.

Algunas preguntas: ¿Qué tan urgente es que una acción tan disruptiva se presente a través de MP? ¿Cuáles son los intereses reales que lo motivan? ¿Se han evaluado los riesgos?

Estos dos ejemplos de repentinas propuestas legislativas me recuerdan a la película de Hugo Carvana, protagonizada por el fallecido Tarcisio Meira, con el título: “No te preocupes, nada funcionará”.

Tiempos difíciles. Hay métodos en estas medidas, que sobrecargan a quienes aportan y, sin validación en estudios, no atienden los legítimos intereses de la sociedad, el consumidor, los sectores productivos, en definitiva, los que apoyan al Estado. Y todo ello en medio de una pandemia, altas tasas de interés e inflación, alto desempleo, escisión institucional, con los gobernantes en claro enfrentamiento.

Perdimos el sentido de planificación, de prioridad, de hacer lo que realmente importa y establecer un claro divorcio entre sociedad y Estado.. Al implantar reglas erráticas, cosechamos más inseguridad jurídica.

Como abogado, soy optimista, pero tengo que ser realista. Sí, si nos ceñimos a esta ruta, nada funcionará y no tendremos ningún país, al menos no el que queremos.

El arte ha hecho sus advertencias, hay que escuchar y reaccionar.

*Edson Luis Vísmona es abogado, presidente del Instituto Brasileño de Ética de la Competencia - ETCO y del Foro Nacional Contra la Piratería y la Ilegalidad - FNCP. Fue secretario de justicia y defensa de la ciudadanía del Estado de São Paulo (2000/2002)

** Este es contenido de Bússola, una asociación entre FSB Comunicação y Exame. 

ESG: capitalismo más allá de las ganancias

Hemos visto, con creciente protagonismo, en el mercado de valores y en el entorno empresarial brasileño las siglas ESG, que representa indicadores que orientan a los inversores en la evaluación de la conducta de las empresas en áreas consideradas estratégicas: ambiental, social y de gobernanza (ambiental, social y gobernabilidad).

Así, se señalan las iniciativas que las empresas deben impulsar para demostrar que sus acciones están guiadas por el respeto al medio ambiente; la adopción de políticas sociales que involucren las posiciones internas de inclusión y convivencia de los empleados; por la relación con la comunidad; y también mediante procesos de toma de decisiones corporativas, fomentando la adopción de valores relacionados con el control, la dignidad, la ética, la transparencia y la legalidad. Con un enfoque en estas acciones, las empresas pueden atraer fondos asignados a fondos de inversión globales, que generan billones de dólares.

Este movimiento fue impulsado en 2015 por la Agenda de Desarrollo Mundial de la ONU (Agenda Global 2030), un compromiso firmado por 193 países, incluido Brasil, que determina la unión de fuerzas a favor de una Agenda Mundial de Desarrollo Sostenible, que debe cumplirse para el año 2030. , contemplado en 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible, los cuales se dividieron en 169 metas.

Los objetivos van desde la erradicación de la pobreza, la salud y el bienestar, la educación, las acciones contra el cambio climático, las energías limpias, el trabajo decente y el crecimiento económico, hasta la reducción de las desigualdades, la paz, la justicia y las instituciones eficaces. Una lista de acciones de esta magnitud, dividida en 169 metas, podría considerarse como una utopía más en el ámbito de Naciones Unidas, que quedaría en el plano del deber, sin una aplicación efectiva.

Sin embargo, estos objetivos llamaron la atención de inversores globales que entendieron que las empresas no podían quedar al margen de este proceso, las demandas, las expectativas de la sociedad han cambiado, exigiendo con mayor exigencia que esta agenda sea real y que involucre a gobiernos, ONG. y los sectores productivos.

Hoy en día es normal que una empresa, que no necesita ser grande, demande inversiones, que se le pregunte si cumple los objetivos de la Agenda 2030 de la ONU. Los llamados fondos de inversión responsable ya manejan 31 billones de dólares, lo que representa el 36% del total de activos financieros gestionados en el mundo.

Los indicadores ESG involucran temas de gran importancia, sin embargo, observo, en los artículos periodísticos que han ido explicando estos indicadores, que la “E” (ambiental) se ha resaltado con mayor detalle, hasta el punto de “S” y “G” estar en segundo plan. De hecho, las acciones de diversidad e inclusión han cobrado relevancia, así como los programas de integridad, pero la atención que se presenta en los informes se ha centrado más en el tema ambiental.

Iniciativas para incrementar la participación de mujeres en Consejos de Administración; inclusión de profesionales de diferentes orígenes, culturas, géneros y razas; combatir el acoso; fomentar acciones de respeto al consumidor, con la adopción de defensores del pueblo; el desarrollo de programas de integridad y la lucha contra cualquier práctica ilegal representan la evolución de conceptos y principios del entorno empresarial. Así, también conviene destacar los puntos relacionados con Social y Gobernanza, componiendo un equilibrio entre los indicadores deseados, ya que representan un todo que no debe disociarse.

Este sentido evolutivo es muy interesante. El objetivo del inversor es la rentabilidad conseguida mediante beneficios, sin embargo, este objetivo, cada vez más, no se puede conseguir a cualquier precio. La sociedad y los consumidores demandan de las empresas nuevas posturas, que deben cumplir compromisos ASG que van más allá de las posturas básicas de rentabilidad: bajo costo, alta productividad, precio atractivo, logística, canales de venta, política de marketing, adecuación fiscal.

El Secretario General de la ONU, Antonio Guterres, dijo que la “Agenda Global 2030 es nuestra Declaración Global de Interdependencia”. Me atrevo a afirmar que, con este avance impulsado por los fondos de inversión, esta Agenda representó un encuentro que recientemente podría considerarse insólito: capitalismo con derechos humanos, permitiendo insertar a las generaciones de Derechos Humanos en la visión estratégica de las empresas. Sin duda un estímulo necesario para la renovación y la innovación, con inclusión, cumplimiento y sostenibilidad.