Haddad y Arida ya abogan por abandonar la reforma tributaria

por ETCO
29/07/2011

Fuente: Monitor Mercantil - Rio de Janeiro / RJ - 11/10/2010

En los últimos 20 años, no ha habido un día en que la prensa y los políticos no hablen de reforma tributaria. Solo Lula envió dos proyectos al Congreso. Todo economista que se precie reclama urgencia en esta reforma e incluso en el laboral, porque la carga en la nómina es enorme. La mayor prueba de insuficiencia fiscal es la existencia de un reglamento ICMS para cada estado. El abogado Condorcet Rezende llega a decir que, en determinados casos, existe un conflicto legal y, por tanto, corresponde al empresario elegir si corre el riesgo de ser multado por el Estado de origen o destino del inmueble. Otra prueba de la irracionalidad tributaria está en la creación de contribuciones, para las cuales el dinero va todo a Brasilia, sin tener que distribuirse con los estados y municipios.

Sin embargo, dos economistas tuvieron el coraje de admitir que la reforma fiscal es un sueño imposible. Después de todo, la Unión, los estados y los municipios quieren mantener o expandir su parte del pastel, nunca reducirlo, lo que hace que la misión sea inalcanzable. Asimismo, no nació el político que llevará dinero del Sur al Norte o del Sureste al Nordeste. Un presidente que quiera cambiar la constitución para lidiar con los impuestos peleará con muchos, tendrá pocas adhesiones y muchas críticas que responder. Y perderá una buena tenencia en estas peleas, además de ganar oponentes.

Pragmáticamente, Cláudio Haddad, de Insper, y Pérsio Arida, de BTG Pactual, vieron -como el niño de la fábula que detecta que el rey está desnudo- que ningún estado cederá ingresos. El presidente gastaría capital político y, a lo sumo, haría pocos cambios. En el estado de Río, se cobra un 5% adicional por energía y comunicaciones, con el pretexto de combatir la pobreza y también hay un embrollo de regalías. Ciertamente, Río será un gobierno que juega contra la reforma. São Paulo, el estado que tiene más ingresos, tampoco debe entusiasmarse con los cambios. Así, Haddad y Arida proponen dejar a un lado la casi imposible tarea. Defienden la tesis de que lo mejor sería hacer pequeñas correcciones y abordar el problema.

No existe una fórmula de reforma tributaria que haga felices a todos, ya que redistribuir el pastel siempre es un problema. La Ley Kandir apuntó únicamente a estimular las exportaciones y aún hoy genera conflictos insuperables. En cuanto a la legislación laboral, aunque cobra la nómina en el 100%, recuerdan que no se ha realizado ninguna inversión en los últimos años. A cambio, proponen imponer límites estrictos al gasto público, en todos los ámbitos, lo contrario de lo que se acaba de hacer para la construcción de estadios, con un mayor endeudamiento. Mencionan que, en los últimos ocho años, el país creció a un promedio de 3,6% y el gasto público aumentó en 6,9%. Y en 2009, solo el 6% del gasto de la Unión se destinó a inversiones.

Los problemas persisten - en los 90 se perdían 90 días del año para pagar impuestos y hoy son 148 - pero Haddad y Arida pudieron ver que solo un superhombre podía hacer la reforma fiscal.

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