Un programa de gobierno improbable

La reforma del Estado no puede confundirse con propuestas que se limitan a definir reglas para la promoción o contratación de servidores públicos.

Everardo Maciel, presidente del Consejo Asesor de ETCO
12/09/2022

El debate electoral, hasta el momento, no ha sido alentador, debido a la escasez de propuestas encaminadas a superar los numerosos problemas del país. Por el contrario, prevalecen las groserías personales, las proposiciones demagógicas o ingenuas, la recitación insistente de estadísticas mal decoradas o insustanciales.

Hemos acumulado una agenda robusta de problemas, que este artículo no pretende agotar. A pesar de ello, dedico unas líneas a lo que creo que deberían ser prioridades en un programa de gobierno: la erradicación de la pobreza y la reforma del Estado.

Las transferencias de efectivo a los vulnerables, como ha sido el caso durante décadas, son programas indispensables. Sin embargo, es imperativo que se acompañen de iniciativas que impliquen la promoción social de los pobres al convertir la ayuda en empleo. Sin ello, se perpetuará un entramado que sólo se aprovecha del populismo, en permanente coqueteo con el autoritarismo.

La reforma del Estado no puede confundirse con propuestas que se limitan a definir reglas para la promoción o contratación de servidores públicos. Tiene que ser algo mucho más ambicioso: establecimiento de un conjunto de parámetros de eficiencia, sostenibilidad y responsabilidad social que deben observarse; implementación de un moderno sistema nacional de gestión en educación, salud y seguridad públicas y en la red penitenciaria; implementación de un programa permanente para reducir la burocracia; restauración del orden presupuestario; reestructuración del gasto público, controlando su evolución; reforma del Poder Judicial, con énfasis en la racionalización de los procesos de toma de decisiones y la eliminación de patologías procesales; fijar normas de remuneración para los servidores públicos de todos los Poderes, con eliminación de baratijas, dobles vacaciones, turnos especiales e indemnizaciones diversas, y con estricta observancia del tope de remuneración; disciplinar la participación del Estado en la gestión de las EP y establecer criterios objetivos para la privatización.

Enfrentar la pobreza y la inestabilidad fiscal predecible exigirá ingresos extraordinarios. Afortunadamente, es posible generar estos ingresos fiscales sin gravar a los contribuyentes que invierten en la economía real, impulsando la supresión de privilegios a las inversiones en el mercado financiero y en paraísos fiscales, la eliminación de lagunas fiscales y la reducción de la litigiosidad fiscal a través de una audacia programa de transacciones.

Es cierto que esta agenda contiene problemas complejos sin soluciones triviales. Pero no está de más reflexionar y proponer.

 

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